Investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) hacen un llamado a las autoridades para prestar más atención a los efectos del polvo del Sahara que llega cada año en junio a Yucatán y a otras partes del país porque, dicen, hay indicios de la relación de ese polvo con la aparición de graves enfermedades respiratorias e incluso de Covid-19.
Hasta el momento, agregan, las autoridades han desdeñado la importancia de este tema.
El polvo del desierto del Sahara es un fenómeno meteorológico que consiste en el traslado cada año de millones de toneladas métricas de polvo del norte de África a través del Océano Atlántico, a una altura de entre tres y siete kilómetros, impulsado por los vientos alisios, hacia el Caribe, América del Sur y otras zonas del mundo.
Este fenómeno ocurre especialmente entre fines de la primavera y principios del otoño, alcanzando su punto máximo, en el caso de Yucatán, del 23 al 29 de junio aproximadamente.
El polvo del Sahara que llega al estado está compuesto por partículas que contienen casi una veintena de elementos químicos, algunos nocivos, como cobre, cromo y níquel, así como fierro, aluminio, sílice, calcio, sodio, fósforo, magnesio, manganeso, titanio, cloro, zinc, potasio y azufre y algo más que preocupa a los científicos: muchas bacterias, hongos y virus originarios de África potencialmente dañinos, cuya resistencia a los antibióticos aún se desconoce.
Para medir el impacto del polvo del Sahara los científicos usan las partículas llamadas PM, que en inglés significa material particulado. Éstas son una mezcla de partículas sólidas grandes y oscuras como para verlas a simple vista. Otras son tan pequeñas que solo pueden detectarse mediante el uso de un microscopio electrónico.
Hay dos tamaños de este tipo de partículas, que son inhalables, las PM10, con un diámetro de 10 micrómetros, y la PM2.5, más finas, que miden 2.5 micrómetros.
En junio de 2020, la nube de polvo del desierto del Sahara que atravesó la península de Yucatán, considerada la más grande de su tipo jamás vista, contenía un nivel de concentración de partículas superior al límite máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para garantizar la calidad del aire.
Por su gran tamaño, la nube de polvo africano tardó en pasar por la Península casi tres días, cuando normalmente demora dos días.
Según la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, de Estados Unidos), el evento de polvo del Sahara de junio de 2020 fue entre un 60% y un 70% más polvoriento que un evento promedio ocurrido en 20 años, dice el estudio del IPN elaborado por Gurusamy Kutralam-Muniasamy y Fermín Pérez-Guevara, del departamento de Biotecnología y Bioingeniería del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, en Ciudad de México; y por Ignacio Elizalde Martínez y Shruti Venkata Chari, del Centro Mexicano para la Producción más Limpia, del propio instituto.
Para su investigación, los científicos del Politécnico instalaron varias estaciones de monitoreo en distintos estados del país, incluyendo una en Yucatán, para medir la llegada de la nube de polvo del Sahara. En esta estación, los científicos detectaron que durante el paso de esa nube por Yucatán en junio de 2020, habían concentraciones promedio de PM2.5 de 44 g /m3, cuando la Organización Mundial de la Salud establece un máximo permitido, para garantizar la calidad del aire, de una concentración promedio al año de 25g/m3.
Esto significa que la población yucateca se encontró expuesta durante el paso del polvo del Sahara en esa ocasión, a respirar un aire cuya calidad es catalogada por los investigadores del IPN como “insalubre”.
No obstante este aumento en las concentraciones de PM 2.5, funcionarios del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) aseguraron en junio de 2020 que la enorme nube de polvo proveniente del desierto del Sahara que llegó a la península de Yucatán no representaba riesgos para la población, recuerda Luis Vega Meléndez, egresado del Laboratorio de Calidad del Aire, del Centro de Investigación en Materiales Avanzados, que también ha hecho estudios sobre el tema.
El Cenapred, como otras dependencias del gobierno federal y de los gobiernos estatales, creen que el polvo del Sahara, en especial sus partículas más grandes, están asociadas con la aparición de padecimientos leves, como tos seca, dolor de garganta, picazón, ojos llorosos, estornudos y secreción nasal.
Sin embargo, dice Vega Meléndez, se sabe que las partículas más pequeñas, las PM 2.5, residen más en la atmósfera y por eso pueden penetrar más fácilmente la parte inferior del tracto respiratorio e ingresar al torrente sanguíneo, desde donde pueden afectar todos los órganos internos y causar trastornos cardiovasculares.
Los autores de la investigación del IPN, a la que Vega Meléndez tuvo acceso, sostienen que con el aumento de las actividades antropogénicas y las concentraciones ambientales de PM, su exposición a corto y largo plazo afecta la salud humana y contribuye al surgimiento de enfermedades respiratorias, enfermedades crónicas, cáncer y mortalidad prematura.
Añaden que, “además, la evaluación de riesgos para la salud humana mostró que la ingesta diaria crónica y los valores del cociente de peligro aumentaron durante los días de polvo sahariano en comparación con los días no saharianos, lo que indica posibles efectos en la salud y la importancia de tomar las medidas necesarias para garantizar una mejor calidad del aire, sobre todo después de la pandemia de Covid-19”.
Sobre esta enfermedad, los autores del estudio dicen que hay una asociación positiva entre niveles más altos de PM2.5 y PM10 y muertes por Covid-19 a nivel mundial, por lo que ellos se propusieron evaluar el impacto del evento de polvo sahariano de junio de 2020 en los niveles de PM y determinar si existe alguna asociación relevante con los casos de Covid en el país.
Para eso analizaron el evento de polvo sahariano de junio de 2020 y al observar la correlación encontraron una asociación positiva de los niveles de PM con la cantidad de casos diarios de Covid-19 y muertes.
“Nuestros resultados proporcionaron evidencia preliminar que muestra que existe una asociación prominente de PM con casos y muertes de Covid-19 durante el evento de polvo del Sahara”, dicen los autores del estudio.
En el caso de Yucatán, añade Vega Meléndez, otros estudios revelan que en la semana del evento del polvo sahariano, del 23 a 29 de junio, el número de casos registrados del Covid-19 en Yucatán aumentó 54%, respecto a la semana anterior.
En las semanas posteriores, explica, el aumento de casos de mantuvo en el orden del 10 por ciento. La relación entre el polvo del Sahara y los casos de Covid y el incremento de enfermedades respiratoria graves “no pueden ignorarse durante la crisis de salud global que padecemos”, dice Vega Meléndez.
En este sentido, afirma que como los autores del estudio del IPN señalan, “es necesario que las autoridades de todos los niveles presten atención a la nube de polvo del Sahara, antes de que sea demasiado tarde”.